El último disco de esta banda inglesa, que solía estar en mi biblioteca musical cómo garage/punk rock, es una búsqueda sonora oscura y pesada, que me hace repensar el género e ingeniarme cómo añadir post-rock y new wave a la clasificación.
Guitarras y sintetizadores disonantes, junto con líneas de bajo hipnóticas y letras acerca de la peor decepción amorosa del universo, se mezclan con la producción de Geoff Barrow de Portishead y del director de videos Chris Cunningham, quienes le añaden al disco una atmósfera melancólica y completamente cinematográfica a unas melodías y letras ya oscuras de por sí.
Para los fanáticos, el disco es un camino bastante diferente al que la banda exploró con su primer disco Strange House; se siente como una busqueda espiritual y sonora dentro de sonidos discordantes, y si uno hace el deber, y escucha el disco canción tras canción, es un oscuro recorrido que termina con Sea within a Sea, un tema liberador y, para mí, el mejor del disco:
Guitarras y sintetizadores disonantes, junto con líneas de bajo hipnóticas y letras acerca de la peor decepción amorosa del universo, se mezclan con la producción de Geoff Barrow de Portishead y del director de videos Chris Cunningham, quienes le añaden al disco una atmósfera melancólica y completamente cinematográfica a unas melodías y letras ya oscuras de por sí.
Para los fanáticos, el disco es un camino bastante diferente al que la banda exploró con su primer disco Strange House; se siente como una busqueda espiritual y sonora dentro de sonidos discordantes, y si uno hace el deber, y escucha el disco canción tras canción, es un oscuro recorrido que termina con Sea within a Sea, un tema liberador y, para mí, el mejor del disco:
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