jueves, 3 de febrero de 2011

The enemy: Colombia


THE ENEMY: COLOMBIA from andresbuitrago on Vimeo.



Hace un par de años la 20th Century Fox, en co-producción con WWE Studios lanzó al mercado la película Behind enemy lines: Colombia, que presenta a unos Seals norteamericanos enviados a territorio colombiano en una operación secreta, con el objetivo de recoger información sobre actividades llevadas a cabo en un campamento de las FARC. Estos Seals terminan cayendo en una trampa organizada por un ala separatista del ejército colombiano, con el fin de poner en problemas las relaciones diplomáticas entre ambos paises. Así, siendo los soldados norteamericanos los principales sospechosos de una masacre, deben luchar por limpiar sus nombres y ‘el honor de su patria’*.

La película, lejos de ser un artefacto inocente dedicado a entretener, plantea varios problemas acerca de políticas de representación, y permite hacer un análisis sobre cuestiones de poder. Lo primero que quisiera señalar es que este tipo de filmes de acción establecen una clara distinción entre dos bandos: los buenos y los malos. Este recurso servirá para legitimar el uso de la violencia en sus distintas formas: no solo física, sino simbólica –y en otros casos, quizá, económica-. Lo segundo que quisiera apuntar es que las películas comerciales de acción, en su mayoría norteamericanas, tienden a estar marcadas por un nacionalismo exacerbado, en donde el héroe es claramente identificable como un ciudadano norteamericano.

Estas dos condiciones tenderían entonces a producir un imaginario en donde una cultura –la norteamericana- se representa a sí misma como superior, produciendo marcas de raza, clase, y género, entre otras. El caso de la película es interesante, ya que deja ver que aquello privilegiado es una cultura occidental moderna, desarrollada, masculina y blanca (lo uno), deslegitimando todo aquello que queda por fuera de ese patrón. De este modo, en nombre de la justicia, se procura eliminar a ese otro marcado como ‘malo’, y se usan estereotipos con el objetivo de violentar simbólicamente a ese otro ‘exótico’ latinoamericano, africano, musulmán o asiático, según sea el caso.

Este proyecto se presenta como una apropiación de la película: a partir de una re-edición que reduce su duración, se enfatiza la manera en que se construye un discurso del odio y se legitiman políticas intervencionistas y violentas. El resultado de dicha re-edición es la fractura de la narrativa, operación que dificulta al espectador identificarse con los protagonistas de la película, para producir un extrañamiento capaz de hacer visibles ciertos procesos coloniales –en pleno s. XXI- en el marco de los cuales se llevan a cabo esas representaciones de lo otro; ese otro que en últimas, será marcado como el enemigo.

*Se podria decir que en este tipo de discursos se defienden valores ‘democráticos’, la posesión de 'la verdad', y el reservado derecho a impartir justicia.

1 comentarios:

Diegogue dijo...

yo escribí un guión parecido a éste, ahora no podré filmarlo porque me acusarán de plagio

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