sábado, 27 de junio de 2015

Only Heaven - Vigésimo Aniversario




Algo interesante del industrial en los años noventa es que mientras la mayoría de artistas estaban encantados mezclándolo con poderosos riffs y punteos de guitarra eléctrica (metal industrial), en muchos lugares de Europa estaban creándolo a partir de otras tradiciones musicales (además del ampliamente reconocido new wave), como es el caso del krautrock, el jazz, y los siempre respetados elementos de la música erudita o clásica. 

Alrededor de 1985 se forma en Suiza el trío The Young Gods, quienes añadieron a la baraja del industrial unas cartas peculiares y elegantes como ecléctico debut homónimo (donde solo sonaba familiar Envoye), el hermoso L´eau Rouge donde continúa fuerte la influencia francesa (ojo y oído a La Rue des Tempétes), el acercamiento al blues del T.V. Sky (ojo y oído a Gasoline Man), y en 1995, inesperadamente, siguen evolucionando con su as, el único e irrepetible Only Heaven

En el Only Heaven resaltan exquisitos sonidos electrónicos desde el primer segundo. No obstante, todo está construido a partir de samples de pistas tanto electrónicas como acústicas, tal es el caso de la batería, que es uno de los personajes principales de este álbum y banda. En los videos se puede apreciar que en los Gods siempre hay batería en vivo, pero en sus grabaciones se reconoce es el sonido de esos golpes reales convertidos en beats en la medida que son repetidos en patrones e intensidades exactos con herramientas electrónicas. Allí, entra el otro jugador clave de los Gods y el Only Heaven, el sintetizador, que en esta oportunidad se destaca por su incesante gama de ambientes, atmósferas y ruidos. Una verdadera belleza. Sobre esta base rítmica híbrida se sobrepone la característica voz grave de Franz Treichler con su encanto especial, su toque hipnótico y delicado muy efectivo.

Con ésa fórmula y en un evidente momento de inspiración los Gods logran un viaje de poco más de una hora a una profunda dimensión donde provoca desdoblarse. Ahora, esto lo lograron sin sacrificar su groove post punk ni el poderoso bloque sonoro que los hace industrial. La guitarra eléctrica tiene un rol moderado pero fino, particularmente en Strangel y Kissing the Sun (video), dos de sus temas más fuertes. Sin embargo, ésa fuerza solo añade dinámica al viaje completo donde reside el verdadero poder del álbum. El épico Moon Revolutions resume en 17 minutos todo este punto, ubicándose al nivel de monstruos europeos como CAN y Pink Floyd. Otras maravillas son Speed Of Night, Donnez Les Esprits, Lointaine y la acústica Child In The Tree. Claro, como álbum de industrial que se se respete, incluye un remix, en este caso, uno del tema Kissing The Sun bastante atmosférico al final del disco.

En todo caso, una joya invaluable de los noventa.

Feliz aniversario!




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