(Fotografía tomada en 1963 por el periodista americano Malcom Wilde Browne, de la cual salen la portada del álbum y la portada de la edición especial del vigésimo aniversario)
Por
si acaso, las sorpresas en 1992 no habían terminado. Ése diez de noviembre
debutó una de las propuestas más innovadoras del rock en la década.
Rage Against the Machine se formó en Los
Ángeles por jóvenes estudiantes al igual que muchas otras bandas, pero ellos acogieron
una receta especial que si bien encaja como rap-metal,
tiene muchos elementos diferenciadores de otros exponentes de este estilo y
suficiente sustancia para convertirse en leyenda rápidamente.
Su álbum
homónimo con el que inician su discografía llegó por primera vez a mis manos
vía uno de tantos cassettes que Rivas
había grabado en su casa. El título captó mi atención de inmediato y en unas
vacaciones de bachillerato cuando lo escuché por primera vez se convirtió en
uno de mis favoritos, estatus que permanece hasta el día de hoy.
En
ésos primeros meses de descubrimiento del álbum muchas cosas resultaron
originales y novedosas. En primera medida, se trataba de un verdadero ensamble
de rock y rap aunque la imagen y el sonido de la banda no correspondían con lo
evidente. El encargado del rap no tenía clásico perfil de rapero y los
encargados del rock no tenían el clásico perfil de rockeros. Era raro ver a un chicano rapeando de una manera tan elocuente y ver a un bajista y a
un guitarrista portando sus instrumentos tan arriba, como sugieren en la
academia.
Ya
adentrados en el contenido, era muy singular que hubiera una afiliación tan
radical con políticas de izquierda así como el compromiso anti establecimiento
americano. Es normal que el rock tenga estas inclinaciones, pero es raro que
todo su material en absoluto tenga este enfoque. De todas formas, poco a poco,
mientras seguía la música con las letras en la mano me convencí de que sus motivaciones
eran genuinas. Hoy en día, veinte años después y habiendo superado las
concepciones adolescentes de la vida, opino lo mismo.
También
puedo señalar algunos detalles específicos que enriquecieron estas
cualidades de banda original. Si tenemos
en cuenta que musicalmente la banda se comporta además como Disc jockey de Hip Hop, resulta desafiante que en los créditos hubiese la
siguiente advertencia “no samples, keyboards or synthesizers used in the
making of this record".
Ahora, el rol de Tom Morello en esta
doble connotación musical es brillante pues como ya es de común conocimiento,
el fue pionero en la experimentación con la guitarra eléctrica y aunque sus
trucos son sencillos, son inspiradores. (Aparte de su guitarra sus herramientas
son 4 pedales, Cry Baby o “Wah-Wah”, el Whammy para efectos, un Digital
Delay y un ecualizador.)
Y bueno, hay algo especial en la portada
del disco porque además de ser una gran fotografía, ilustra en detalle el
concepto de R.A.T.M.: Protesta radical anti sistema.
En
términos sonoros resumo que a través de sus 53 minutos de duración uno se topa
con muchos valles y picos de energía, como por ejemplo al inicio y al final del
álbum respectivamente. Bombtrack
inicia suave y Freedom termina en la
cumbre del ruido. Los niveles de intensidad
alternan minuto a minuto, hay tanta distorsión y gritos como grooves y respiros funky. Hay explosiones constantes y muchas rimas. Más de las que
uno se imaginaría que podrían emerger de temas tan específicos. La mezcla de
riffs pesados como en Bullet in the Head
con sonidos de Hip-Hop como en Take the Power Back es irresistible. Una
verdadero trabajo musical con calidad, estilo y cojones. Una
leyenda.
Feliz aniversario!
3 comentarios:
es una super banda!!!....Tom Morello es un genio. El man compartó clases con el muy amable Maynard James Keenan (Tool) en la escuela de leyes de Harvard y además utiliza los efectos como ninguno....espero que nunca toque con Christina Aguilera...un abrazo a todos.
este en especial es su mejor disco. que bandota, la portada me impactó, si hay una banda que haya dejado una marca importante en mi adolescencia, fué R.A.T M. todavía les tengo gran admiración y respeto.
muy buen artículo, como siempre :)
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