Oingo Boingo era una orquesta californiana poco conocida por fuera de ciertas zonas de influencia (donde claramente nosotros no estamos), pero con una música muy peculiar y de altos estándares de calidad que les ha valido devotos en vez de seguidores. Ahora, en gran parte esto se debe al perfil del líder Danny Elfman, responsable por la música en la mayoría de películas de Tim Burton y el tema principal de los Simpsons, entre muchas otras obras reconocidas.
En 1981, durante el auge de new wave, Oingo Boingo empieza su actividad discográfica de una forma alternativa y casi progresiva, es decir, con las dosis estándar de sintetizador y peinados raros, pero con elementos adicionales que los destacaban de otros exponentes del género, que van desde su alineación con instrumentos de viento y mucho ritmo ska, hasta tendencias de orquestaciones para cine. Curiosamente, esta fórmula que usaron durante diez años y siete álbumes no perduró por siempre. Una vez se encontraban avanzados los años noventa, de alguna forma se sintieron obligados a revaluar su propuesta. Justo ahí, le llega el turno a Boingo, su octavo álbum de estudio (y nuevo nombre de banda) que los muestra usando todas sus capacidades musicales y artísticas en función del espíritu del momento: el rock alternativo. Esto vio la luz en 1994 y resultó ser una obra maestra. Qué coincidencia.
Por si no lo sospechan de los antecedentes que he mencionado, debo advertirles que a diferencia de su primer tema y sencillo Insanity, que es de efecto inmediato en la audiencia (aún siendo el bicho raro del disco), el álbum requiere, o al menos requirió de mi bastante tiempo para poderlo asimilar. Pero una vez sintonizado con su frecuencia, comprendí su categoría de obra erudita disfrazada de música popular. En principio, todos los temas son extensos y están basados en melodías que suenan inofensivas al principio, pero que con el tiempo se revela su fuerza. A veces me provoca la imagen de una especie de Beatles poseídos por un espíritu maligno. Y bueno, esta influencia fue citada explícitamente por Elfman en entrevistas y con la inclusión del cover de I Am the Walrus entre los temas.
Una vez comprendí el álbum en su integridad, caí bajo el encanto especial de su último tema, el épico Change, que con 16 minutos de duración siempre me demuestra una forma clásica de lo que es el rock. Si algún día quieren escuchar algo diferente o profundizar en los fenómenos noventeros, sírvanse a bien tener este álbum en cuenta como una recomendación de su amigo @rickiwarrior.
(Evidente la influencia visual de Adam Jones de Tool en este video. Por cierto, aunque claramente más corta que la original, esta versión ni siquiera es editada, es una versión distinta)
Una vez comprendí el álbum en su integridad, caí bajo el encanto especial de su último tema, el épico Change, que con 16 minutos de duración siempre me demuestra una forma clásica de lo que es el rock. Si algún día quieren escuchar algo diferente o profundizar en los fenómenos noventeros, sírvanse a bien tener este álbum en cuenta como una recomendación de su amigo @rickiwarrior.
(Qué extraño todo acerca de esta presentación. Raros pero buenos.)
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