jueves, 5 de marzo de 2015

Sobre WHIPLASH


Una de las protagonistas del cine reciente es Whiplash de Damien Chazelle. Merecidamente, la película ha girado en gran medida (inclusive desde antes de ser financiada y producida) alrededor de la actuación de J.K. Simmons en su increíble rol secundario como el profesor Terence Fletcher, por el que fue premiado en varios certámenes. Sin embargo, la película tiene varios méritos adicionales que la hacen excelente.
 
En primer lugar, lo que inicialmente parece el sencillo drama de un joven baterista en sus primeros años de universidad, una vez en la sala de cine, descubres que realmente se trata de un poderoso thriller psicológico, fundado en la ansiedad que se vive en la escuela de música, un espacio que desde tiempos memorables ha visto sucumbir emocionalmente más estudiantes que en cualquier otra carrera académica, como consecuencia de la naturaleza de la música como arte pero también como ciencia exacta. Ahora, lo importante aquí es que desde el guión y plano a plano, el director demuestra que vivió esta experiencia en carne propia. Si la película hubiese sido escrita o dirigida por alguien ajeno a la facultad de música, la película no habría sido tan exitosa ya que ninguna investigación podría suplir la experimentada sensibilidad del estudiante de música, que en Whiplash  se revela con la acertada descripción sobre ése mundo. Por esto se destacan algunos movimientos bruscos de la cámara y la riqueza de los numerosos primeros planos. Pero en términos generales, la dirección es impecable y muy narrativa.

Como verán, en mi opinión aún sin considerar el audio, (el otro aspecto técnico que le valió reconocimientos) creo que la película funcionaría. Sobre el particular, debo decir que efectivamente hay un trabajo alrededor del audio muy destacado, que alimenta todo lo que se esta contando, principalmente, el permanente detalle de la batería, un instrumento en el que se percibe con relativa facilidad si lo que suena coincide con lo que se está interpretando. Y aquí quiero comentar la primera y la última escena de la película. En la primera, el protagonista efectivamente está tocando la batería, lo cual es genial. En la última (post-clímax), donde suena la mejor batería, visualmente ya se notan imprecisiones, así como una ligera sobreactuación de Simmons. Claro, esto no afecta la película, más bien revela el gran reto audiovisual que fue y el gran resultado obtenido.

Para finalizar, hay que rescatar el giro que da la historia, la reflexión sobre la cosmovisión del estudiante de jazz (y otras disciplinas complejas y estrictas, por cierto, me recordó mucho a Black Swan) y, la reivindicación de la batería en el inconsciente colectivo.

Calificación 4.5 / 5
 

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