Kairo es una rareza dentro
de las rarezas del cine de terror japonés de fantasmas. Esta renovación
del monstruo heredada de la literatura gótica en donde el contexto del
miedo nos transportaba a un castillo, un bosque, un calabozo o una casa
embrujada, ahora muta y se transfiere en las nuevas tecnologías. La
muerte ya no está en un pasillo desolado o en una calle en medio de la
nada, entendiendo que ahora el promedio de adolescentes les gusta
aislarse en su cuarto y no salir de casa. Si uno no busca el peligro y
las emociones fuertes pues inevitablemente el horror viajara por ondas y
redes para llegar directamente a las pantallas de nuestros
computadores. Eso es lo que hace más interesante a Kairo: plantear
nuevas estrategias para que el mal se pueda colar en las puertas de
nuestras casas, sea como sea. Una película donde el miedo es atmosférico
y no repentino, con imágenes lentas, es un horror muerto,
contemplativo, como la presentación de sus fantasmas, cargadas de una
violencia nostálgica y supremamente atractiva (véase el aparente
suicidio de un personaje o las marcas en la pared que dejan uno de los
fantasmas). Kairo junto a The Ring anticiparon ese nuevo horror
electromagnético (heredado un poco de la estética de la nueva carne de
Cronenberg) sin perder las raíces de sus historias y de su folclor
emparentadas con sus mitos sobre el mas allá y los espíritus que habitan
sobre nuestro plano de vida. Excelente ejemplo de las versiones
alternativas que pueden extraerse de un tema tan arquetípico como las
presencias que han habitado desde siglos en nuestras historias. Es
aterradora como el mismo demonio debajo de nuestras camas. Igualmente no
tengo comentarios sobre su remake( donde un desconocido Wes Craven
escribe el guión) Muy recomendada.
viernes, 3 de octubre de 2014
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