Era el año 1995 y yo estaba en mi primer año de bachillerato. Era un alumno más o menos aplicado, había completado mi primaria con relativa facilidad y ahora me enfrentaba a una nueva etapa de mi vida donde pasaba a estudiar con “los grandes” del colegio. Nirvana, The Smashing Pumpkins y The Offspring ya habían echo de mi un precoz niño rockero, pero ahora estaba “en bachillerato”, ahora mi actitud ante la vida podía (e iba a) empezar a reflejar mi gusto musical.
Claramente, esta etapa de cambio por la cual estábamos atravesando no era tan emocionante para el colegio cómo lo estaba siendo para nosotros. Y mientras estuviera dentro de su poder, se iban a asegurar de que nadie se saliera de la línea.
Un buen día entonces llegó a mi casa una carta del colegio dirigida a mis papás, donde se informaba que el consejo disciplinario había decidido convocar a una reunión “extraordinaria” para hablarles a nuestros padres acerca de “eventos recientes” que podrían afectar la seguridad de sus hijos (es decir nosotros). Mis papás, claramente preocupados, asistieron a a la reunión mientras en mi cabeza se armaban los peores escenarios posibles, pues era la primera vez que algo así ocurría.
Mis papás llegaron a la casa sin mencionar palabra alguna mientras la curiosidad me carcomía. ¿Me iban a echar del colegio? ¿Había habido algún tipo de amenaza? ¿Había pasado algo grave con alguno de mis compañeros? No mencionaron nada hasta la hora de comer, cuando mi papá finalmente tomó valor y decidió preguntarme (no porque hubiera que tenerme miedo, pero después de todo estaba empezando mi adolescencia):
-¿Tú conoces a unos tipos que se llaman White Zombie?
Yo levanté la cabeza del plato y miré a mi papá algo confundido:
-¿Y a un loco que le dicen Marilyn Manson? ¿Has oído su música?
Mi mirada pasó de estar confundida a estar completamente perpleja ¿Realmente estaba ocurriendo esto? ¿Iba a tener una conversación de música con mi papá? Yo claramente había oído tanto de White Zombie como de Marilyn Manson, pero como mencioné anteriormente, mi gusto musical de esa época estaba enfocada en el grunge y el punk. La verdad no me había interesado en el metal hasta ese momento y ahora me pregunto si algún día lo hubiera hecho si no hubiera tenido esa conversación. Iba a responderle a mi papá que aunque claramente sabía quienes eran, lo mío era más el punk; que de Marilyn Manson había oído un par de canciones chéveres, pero que White Zombie definitivamente no era lo mío. Sin embargo, justo antes de responder entendí realmente el contexto de la pregunta: mi papá no estaba preguntando porque quisiera saber mis gustos musicales, estaba preguntando porque de eso se había tratado la reunión en mi colegio.
Me detuve y respondí lo más inteligente que se me ocurrió para así lograr que mi papá me dijera que era lo que había ocurrido: “No, ni idea”.
Fue entonces cuando mi papá empezó a contarme un montón de increíbles leyendas urbanas y mitos acerca de estas dos agrupaciones, cada una más loca que la otra. Que Marilyn Manson tenía un ojo de vaca, que White Zombie incitaba a la brujería, que ambos eran el principio de fin, y que el colegio había dicho que si los oía, quería decir que iba por mal camino. Esa noche negué tener algún conocimiento de todo lo que mis papás me decían, pero sólo estaba llenando de material para discutir con mis amigos al otro día en el recreo.
Me enteré que todas las historias habían sido más o menos similares, que ninguno en el curso realmente era fan de White Zombie o Marilyn Manson, pero que ahora todos queríamos aprender qué era lo que tenían esas dos bandas para llevar al colegio a convocar semejante reunión y generar ese tipo de preocupación en nuestra familias.
Ese viernes tenía en mis manos el Astro-Creep: 2000 – Songs of Love, Destruction and Other Synthetic Delusions of the Electric Head. El cuarto y último álbum de White Zombie, su trabajo más popular y el que me convertiría en fan de por vida en fan de esta banda y de todo lo que haría Rob Zombie de allí en adelante. Los poderosos riffs de guitarras de Electric Head pt1 y 2, los samples electrónicos y de películas de horror en Real Solution #9, y More Human Than Human fueron mis primeros pasos en el territorio del metal y del industrial. Además la velocidad de la batería en I, Zombie y El Phantasmo and The Chicken-Run Blast-O-Rama me recordaban mucho al punk, lo cual hizo que mi aceptación fuera mucho más fácil.
Sé que esta puede no ser la reseña más especializada que van a encontrar, pero no se me ocurrió una mejor aproximación que contarles que a mis 11 años, este álbum me convirtió en metalero.
Y el colegio nunca volvió a convocar reuniones extraordinarias…
Disfruten.
}:)
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