La visita actual de Alejandro Jodorowsky al festival de Cannes 2013 para presentar su última película, La Danza de la Realidad, coincide con el aniversario cuarenta de La Montaña Sagrada, la cual fue presentada en una situación idéntica en mayo de 1973. Quiero celebrar este aniversario, pues de tantas producciones cinematográficas que se han hecho en el mundo, La Montaña Sagrada se destaca en muchos aspectos, por los cuales es y será una película de culto, sobre todo mientras exista una audiencia que crea en el progreso espiritual.
Dentro de sus consejos, Jodorowsky generalmente nos recuerda que el universo conspira a favor nuestro y la abundancia económica debe ser una muestra de ello. Este consejo tiene particular sentido cuando quien te lo ofrece es un chileno que en los años 70 consiguió el dinero para hacer esta película. Aparentemente, esto obedeció al impacto generado con sus películas anteriores. Así, cada que hacía una, obtenía más dinero para la próxima. Entonces, el primer aspecto por el que se destaca esta obra es su génesis económica, dispuesta para un individuo que desde temprano le dejó claro al universo cual era su tarea en esta dimensión. Y el universo respondió.
Una de las propuestas de Jodorowsky es que el arte debe servir para un propósito sanador. Ahora, para quienes creemos que nuestra vida está repleta de aspectos por sanar, generalmente admiramos a los artistas cuyas obras nos enfrentan a estos aspectos y nos ayudan a sanarlos, aunque a veces sea de manera inconsciente para el artista y su admirador. Esta propuesta tiene gran sentido cuando la plantea alguien que a sus 84 años se encuentra más sano y feliz que cualquier adolescente. El caso de La Montaña Sagrada es especial, pues ayudar a sanar a quienes la vean es uno de sus propósitos manifiestos, sino el único. Y esto opera a diferentes niveles, como cuando la ve quien está muy acostumbrado al lenguaje de la televisión y recuerda que existen maneras diferentes de narrar, o como cuando la ve aquel que ha avanzado en su camino espiritual y recuerda que todavía tiene tareas pendientes de tiempo atrás. Este sería el segundo gran aspecto por el cual se destaca esta obra: su causa es noble (aparte de una dirección de arte fantástica).
Finalmente, y en calidad de admirador del cine, teniendo presente que filmar cada día se vuelve más un lujo, La Montaña Sagrada tiene varios elementos que justifican los metros de película cinematográfica que fueron empleados. Por nombrar solo uno, en una misma escena vemos a Jodorowsky interpretar sus dos roles de director y actor, lo cual no solo es una exquisitez, sino que además nos recuerda que el lenguaje cinematográfico es muy amplio y que se puede emplear con propósitos mucho más interesantes que el simple entretenimiento.
¡Feliz aniversario!
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